La vida de muchas personas se basa en la búsqueda continua del éxito, pero, ¿qué es el éxito? Es el resultado de ser feliz y sentirte satisfecho gracias a un acontecimiento, negocio o cualquier tipo de actuación. El éxito se asocia al triunfo sobre algo, así como a la obtención de reconocimientos; de ahí que frecuentemente se relacione con el estatus social.
Son muchas las aptitudes que una persona tiene que adquirir para ser exitosa, pero la más importante es la disciplina. Esto significa tener conocimientos clave que se asocien a tu área de trabajo y ser constante.
No obstante hay un ingrediente secreto que puedes añadir para hacer la fórmula del éxito más eficaz, el optimismo.

¿Hasta qué punto es bueno ser optimista?
Parece utópico pensar que el simple hecho de ser optimista te va a llevar a lograr tus metas de forma satisfactoria. Pero es más cierto de lo que puede parecer, ya que la mayoría de veces los obstáculos para avanzar nos los autoimponemos con nuestras propias dudas e inseguridades, metiéndonos en una espiral de negatividad que hace nuestros objetivos inalcanzables.
¿Influencia externa o victimismo?
Por otro lado, la persona optimista mantiene sus metas y sueños vivos, actuando en base a esa motivación. Esto le permite tener un mayor control, aprendiendo a gestionar todo tipo de situaciones y, al mismo tiempo, aumentando su autoestima.
A menudo, creer que no lograremos algo o que no somos capaces de llevarlo a cabo es la causa principal del fracaso de nuestros proyectos. Piensa por un momento: ¿qué ocurriría si tu voz interior no te dijera que puedes fracasar?
Siempre van a existir dudas del entorno exterior. Hay personas que nos transmiten malas energías (los famosos vampiros emocionales), que viven instalados en la queja continua. ¿Te gusta vivir así? Hoy es momento de cambiarlo.
Habitualmente hemos recibido una educación que nos enseñaba a pensar dentro de nuestra zona de confort (espacio que controlamos), midiendo cada variable. De aquí nace el famoso término “Think against the box” (piensa fuera de la caja). Reflexionando fuera de los límites que pensamos que tenemos, luchamos contra “la caja”.
Sé menos racional
La creencia de que somos capaces de hacer todo lo que nos propongamos, aunque la razón no lo apoye, es lo que en parte nos lleva a la mejora continua y a estar cada día más cerca de nuestros objetivos.
Tanto obligarnos a ser mejores como confiar en uno mismo, hacen que sea más fácil que alcancemos el máximo de nuestro potencial (e incluso descubrir que está por encima de lo que pensábamos). Trabaja duro, sé constante, ten disciplina y, sobre todo, ¡sé optimista!